Taller de Filosofía: Kant y la conciencia fragmentaria de la unidad

Pero, ¿qué pinta Kant en un taller de Filosofía para psicoanalistas? Desde su inicio, ya su teoría del conocimiento apunta a un objeto que no se deja abordar más que desde diferentes perspectivas incapaces, ninguna de ellas, de presentarlo unilateralmente. En un ejercicio de cubismo intelectual avant le coup de pinceau, Kant da por superada la linealidad del pensamiento y nos muestra que el objeto del discurso sólo puede aparecer en su ocultarse, como su fundamento, a cada una de las perspectivas desde las que se pretende hacerlo manifiesto.

Pretendo pensar las cosas, pero esta pretensión siempre acaba, en última instancia, en fracaso, porque nada se deja reducir sólo a lo pensable, el carácter sensible de la realidad se le escapa al Entendimiento entre sus conceptos. Por otro lado, sin embargo, las sensaciones no sólo carece de sentido, sino que no puede, sencillamente, legitimarse sin un componente racional que le dé forma. Así nos va, pues, a los filósofos y a los hombres, saltando siempre de una perspectiva a la otra, intentando mirar la moneda por sus dos caras a la vez, experimentando que la única realidad es justamente esa que escapa a todo intento de conocerla. Queremos llegar a la unidad (del Yo, de la realidad), pero sólo podemos conocer pluralidades.  ¿Será ésta la experiencia filosófica de la realidad? ¿Sera ésta la experiencia psicoanalítica del Inconsciente?

Taller de Filosofía: Kant, un sistema interrogativo

Comenzamos la temporada con unas sesiones dedicadas al Maestro.  No pretendemos llevar a cabo una lectura detallada de la obra, que excede el ámbito de este Taller. Pero sí que podemos intentar profundizar un poco en el sentido del esfuerzo kantiano. Hoy, cuando la Filosofía ha abandonado, hace tiempo, su pretensión de expresarse como un sistema omniabarcador, el kantiano sigue considerándose el primero de ellos. Pero, ¿era eso lo que pretendía realmente Kant? No, no vamos a leer aquí las tres monumentales críticas kantianas, pero sí algunos pasajes que nos permitan acompañarlo en su uso de unos conceptos que se están definiendo al tiempo que se los usa. Un proceder que, desde el punto de vista lógico, consideraríamos deficiente pero que, en Filosofía, a estas alturas ya hemos de admitir como ineludible. En el texto de Kant puede palparse que, si hay sistema, parece más bien un sistema de incertezas, de las incertezas constitutivas de eso a lo que, sin saber qué és, no tenemos otra alternativa que ponerle nombre: Razón.

Taller de Filosofía: Heidegger, en Plaça Catalunya/Semprún: vivir para contarlo

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La última sesión de la temporada requería un título algo más informal. Pero, además, es cierto que no hemos podido evitar dedicar buena parte de ella a proseguir la reflexión en torno a la cuestión del liderazgo, enlazándola con los temas heideggerianos analizados últimamente. La desaparición de la figura del líder, ¿no despeja el espacio para el surgimiento del «se» del que habíamos hablado a propósito de «El concepto de Tiempo»? O, yendo incluso un poco más allá: ¿es realmente el líder imprescindible para la organización de la masa?¿o no será él mismo un efecto de un proceso impersonal previo? En términos de la «Psicología de masas» de Freud: ¿Es condición necesaria de la acción colectiva la identificación con el líder?¿O es ésta una atribución derivada de un movimiento impersonal ya en marcha? El «ejemplo Hitler» viene en estos casos siempre a la mente: ¿fue imprescindible la identificación colectiva con su figura para unificar la masa en torno a un proyecto colectivo? ¿O fue posible que él precisamente ocupara el liderato de dicho movimiento, porque el programa antisemita y pangermanista estaba ya en marcha?
Heidegger fue un pensador de vocación solitaria, feliz en su pequeña cabaña de los bosques de la Selva Negra. Hoy se la hemos cambiado por una tienda de campaña en medio de la gran ciudad. Quizá no se sienta muy identificado con el uso que hemos hecho hoy de su filosofía.
La segunda parte de la sesión la hemos dedicado a proseguir con el «El concepto de Tiempo». El Dasein, nos dice Heidegger, se pone en camino de la muerte, entendida como el «haber ya sido». Todo presente se pone en camino de haber sido ya. ¿No parece esto una visión narrativa de la existencia? ¿No es el literario el terreno del contar lo que ha pasado? El ya platónico ser para la muerte muestra así un cierto paralelismo con la perspectiva psicoanalítica. ¿Pasan las cosas si no me las cuento? Vayan estas preguntas como homenaje al desaparecido Semprún. Incapaz de habitar sus recuerdos del campo de concentración, abandonó durante décadas la producción literaria y, en sus palabras, «optó por la vida». Pero, claro, él no era para-la-muerte, él manifestó hasta el final una profunda rabia por su condición mortal. Tampoco creía en los pueblos ni los destinos nacionales. Y, respecto a Heidegger, se encontraba al otro lado de la verja que rodeaba Buchenwald. ¿Hemos de optar por uno de los dos?

Taller de filosofía: Liderazgo y pulsión de muerte en el 15-M

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Este martes, una breve polémica surgida en Facebook en torno al liderato del movimiento 15-M nos ha apartado del camino emprendido sesiones atrás, y nos ha acercado al ágora que se está constituyendo en nuestras ciudades. Hemos, pues, dedicado la sesión a reflexionar sobre la cuestión de si dicho movimiento posee un líder en sentido psicoanalítico, es decir, una figura con la que los diferentes sujetos se identifiquen inconscientemente a nivel del ideal del Yo. Que tal figura no corresponde a un individuo concreto, o a una organización política, a estas alturas parece bien claro. ¿Puede el programa exhibido por el movimiento constituir ese líder? Tampoco parece que pueda ser así, ya que tal programa lo constituyen sentencias razonables que permanecen al nivel de la conciencia. ¿Hemos, entonces, de renovar la teoría freudiana sobre las masas y admitir que el liderazgo no es imprescindible? Quizá, pero quizá también podamos intentar abrir un poco más la noción misma de líder. A lo mejor el líder de ese movimiento es la fantasía de ese sujeto político activo, perdido al parecer hace tiempo, que por identificación inconsciente ha movido a los hombres y mujeres que hasta ahora permanecían en sus casas a tomar parte activa del movimiento de protesta.

También se ha hablado acerca de hasta qué punto es una acción un movimiento, en principio, básicamente negativo, de oposición a un estado de cosas, pero sin una utopía que lo oriente. ¿Qué pasará cuando se empiecen a tomar decisiones?¿Se fragmentará? ¿Será esa fragmentación inherente a la toma de toda decisión (en tanto que cancela las posibilidades no elegidas) la manifestación de la pulsión de muerte que tarde o temprano (o, quizás, ya desde el principio) ha hecho siempre su aparición en todo movimiento de cambio? ¿Hay cambio sin pulsión de muerte?¿Hay pulsión de vida sin cambio?

Abrir este espacio de reflexión a la actualidad ha sido nuestro homenaje y colaboración al 15-M, un movimiento que se caracteriza por ser susceptible de enriquecerse con las aportaciones que se realizan desde todos los ámbitos de la acción y el pensamiento. Éste sería estéril sin salir a la calle, ni que sea «haciendo bulto». Pero la reocupación del espacio público debe acompañarse de una reflexión acerca del quién y el a dónde de esa acción.

Taller de Filosofía.¿Qué es hablar? (Lectura de «El concepto de Tiempo» de Heidegger)

Dos semanas atrás planteamos la pregunta acerca del habla. Pues bien, hoy hemos considerado que teníamos algunos elementos para tratarla. El habla requiere un mundo compartido del que se hable. Pero… ¿qué diferencia entonces el habla de la habladuría, ? Eso nos llevará a la cuestión de la propiedad o impropiedad del mundo del que se habla. Propiamente se habla cuando en ese hablar hay producción del mundo compartido. La habladuría, en cambio, simplemente dice lo que ya hay, esto es, lo que ya ha sido dicho. En la habladuría (el cotilleo, la cháchara…) decimos lo ya dicho. Teniendo en cuenta el papel del habla en nuestro ser, la consecuencia es que en la habladuría somos lo que son otros, no nosotros mismos.

¿Se habla, pues, en la sesión psicoanalítica? ¿Con quién habla el paciente? ¿De dónde salen las frases a través de las cuales el paciente se dice? ¿Hay producción común? Hemos dedicado una buena parte de la sesión ha dirimir estas cuestiones cuya respuesta, como era de prever, ha quedado abierta.

Taller de Filosofia-Dasein: un ser que no es, sino que “se” (Lectura de «El concepto de Tiempo» de Heidegger»)

Roy Liechtenstein

Antes de acometer la pregunta con que finalizamos la pasada sesión, hemos considerado conveniente profundizar en ese mundo compartido con el que a cada uno de nosotros nos es inherente tratar. Lo destacable es que la pregunta sobre nosotros mismos parece que se resuelve precisamente en lo impersonal, en aquello que apareciendo en el diálogo con el otro no es él ni soy yo. Es el ámbito del «se» (se hace, se dice…). Esto significa que el de Dasein no es en absoluto un concepto solipsista. Pero, sobretodo, que su ser no puede pensarse como substancia, sino siempre en proceso, como un hacer que ni siquiera es ya el hacerse, sino el hacer que se disuelve en ese ámbito del «se». Quizá este reto de «pensarse» justamente como impersonal nos dé parte de la clave de la comprensión de lo que es el habla para Heidegger, y nos permita abordar mejor la cuestión del habla en el Psicoanálisis.