En pleno Prime Time del canal de televisión con mayor audiencia en España, un economista pseudogore aconseja a los televidentes en paro formarse como inversores en bolsa. ¿Anécdota o síntoma revelador?
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Se pudo ver en “El Gran Debate” de Telecinco (canal, por cierto, propiedad de Berlusconi). Desde luego, no es el programa al que uno acude para formarse opinión, ni el “experto” en cuestión hace otra cosa que publicitar sus propios cursos de “Bolsa para todos”. Pero que esa propuesta tenga ese espacio me parece revelador del hecho de que no estamos reaccionando a esta crisis como debe reaccionarse ante toda crisis: cambiando los viejos esquemas mentales por esquemas nuevos.
La principal reclamación política que plantea hoy Catalunya a España es el aumento del límite de déficit. Las comunidades autónomas se pelean entre sí en relación a su derecho a endeudarse. El gran éxito político cuyo reconocimiento reclama Rajoy es su capacidad de “colocar” deuda en los mercados. Fijémonos en el eufemismo: “colocamos” deuda, como si les hubiéramos vendido algo o les hubiéramos colado un gol, como si hubiéramos hecho un gran negocio. ¿Se imaginan a alguien que volviera feliz del banco diciendo: “¡Les he colocado un préstamo que tendré 40 años para devolver!”. Eso, por supuesto, puede tener sentido si por el dinero así obtenido puedo obtener un interés mayor, como hacen los bancos con los préstamos al 1% del BCE. Pero una administración que toma préstamos al 5% para pagar los intereses de préstamos anteriores, ¿puede vender su nuevo endeudamiento como un éxito?
En este contexto, desde luego, no sorprende la propuesta televisiva. Como no puede vivir ya a expensas de la burbuja económica de la pasada década, nuestra clase política intenta hacerlo ahora a expensas de la nostalgia de la burbuja, de la ilusión de que el milagro se puede repetir, de que el dinero que solucione todos nuestros problemas puede crearse ex nihilo. De hecho, el truco no es nuevo: Pat Robertson, gurú norteamericano del ultraliberalismo económico y el integrismo evangelista, considera que la creación de dinero nos acerca a la divinidad, razón por la que EEUU se ha afanado tanto por facilitar por Latinoamérica la propagación de esa versión del Cristianismo. Mientras tanto, esta mañana escucho como la radio se burla de un cantante que, como solución a la crisis, propone comprar productos del país. Claro, la globalización económica es ya dogma de fe.
No sé qué proporción de políticos y líderes de opinión carece de la honradez suficiente como para liderar la salida a la situación actual. Desde luego, a tenor de los titulares de la prensa, no es pequeña. Pero aunque tuviéramos una clase política de honestidad escandinava, ¿qué viejas políticas pueden dar respuesta hoy? De lo que sí estoy seguro que carece nuestra clase política es de imaginación. Imaginación con la que afrontar situaciones nuevas y enfrentarse a los hechos consumados de los poderes fácticos internacionales. Sólo cuando dejemos soñar con la sociedad que soñaron nuestros padres retiraremos el poder a quienes alimentaron ese espejismo y nos haremos adultos que trabajan por un proyecto propio.