Una pregunta sencilla, pero sólo aparentemente. No siempre le dedicamos el suficiente tiempo. O quizás nos conformamos con las respuestas aprendidas. ¿Para qué educar? no se refiere sólo a los objetivos de la actividad educativa ni a los medios para conseguirlo. Tampoco es una cuestión de niños. Una vez más, nos encontramos ante una de esas preguntas que nos enfrentan ante qué somos y cómo nos relacionamos con los demás. Porque si hay una cosa que sí sabemos de entrada es que hoy, en nuestra cultura, la educación institucional constituye nuestro primer ámbito de integración en la sociedad.
Pero… ¿ha sido siempre así?